Me tomó desprevenido, traté de no perder la calma.
Qué tal estuvo la pizza, le devolví.
Rica. Pero, por qué estás en el blogo.
Ah, qué cosa, me quiso marear. Pero yo se que el mejor remedio contra el mareo es girar en sentido opuesto. Reforcé mi contra:
¿Por qué te gustó la pizza? ¿Por la masa? ¿Por el queso? ¿Por el tomate? ¿Por el ajo? ¿Por la albahaca? ¿Por el aceite de oliva? ¿Por las aceitunitas verdes?
Por el orégano. Pero el blogo, por qué te pusiste en ese blogo.
Yo, me defendí, creo que la pizza es una excusa: vos, que tomás café, que te sentás a tomar café en un lugar que no es este, que te sentás lejos de las pizzas, cuando te sirven pizza, te agarras de… este.. yo…
Martinuchi, me cortó, ¿con quién te creés que hablàs?
Me tapé la boca.
Pedì agua.
Me trajeron mineral.
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