sábado, 1 de octubre de 2011

Ahora no

Anunciaron que hoy cambia la hora.
De hora de verano, se pasa a horario de invierno.
El problema es que estamos en otoño.
Otoño no tiene hora.propia, el invierno se lada y no la puede rechazar.
Dieron las instrucciones por radio: cuando den las dos de la mañana, atrase el reloj una hora y serán la una.
La llamé a Octavia, le dije que le voy a volver a hablar a la una y media.
Luego, cuando den las dos, doy diez pasos atrás, espero media hora y la vuelvo a llamar. Yo le dije que le hablaba a la una y media. Entonces le hablo de nuevo. Dos veces la una y media. Tendríamos que hablar de lo mismo.

Pero no puede ser. A la una y meda me va a decir que ya la llamé a la una y media. Que ahora tiene sueño. Yo voy a pensarlo dos veces antes de responderle. Hay una trampa muy grande en todos esto. Nos quieren hacer creer que el tiempo puede ser un espejo. Y los espejos nos reflejan invertidos. De igual modo, los del gobierno nos quieren hacer creer que luego del cambio horario seguiremos siendo los mismos. Yo se que no, la trampa consiste en que el verdadero plan del Estado tiene objetivo transformarme en Ihcunitram y a Octavia en Aivatco. Darnos vuelta y hacernos tragar que seguimos siendo nosotros. No. Minga. A mí no me engañan. No voy a cambiar el reloj. Me voy a subir a la mesa del comedor para ver mejor lo que pasa en el piso. A lo mejor intentan moverme el suelo. Pero les va a ser difícil. Esta casa no cambia de hora. La voy a dejar bien clavada en los relojes. Durante una hora. Hasta que pase el peligro.

UUUYYYUUIRR Inspector TTTTTTTTTGDTTY MartinuchYYYYi

viernes, 2 de septiembre de 2011

Ell sueño del tiempo, no el tiempo del sueño, no el tiempo


Me habrè dormido.
Siento que dormí casi un mes.
¿Y por qué “casi”?
¿Cómo puedo darme cuenta, dormido, del casi, del todo, del tiempo?
No, el tiempo que pasa en los sueños es, es…. el sueño del tiempo.
No: el tiempo del sueño.
No: el sueño del tiempo del sueño.
No: el tiempo del sueño del tiempo.
No: el sueño del tiempo del sueño del tiempo,
No: el tiempo del sueño del tiempo del sueño.
No: el tiempo del tiempo del sueño.
No: el sueño del  sueño del tiempo.
No: el tiempo del tiempo del sueño del tiempo.
No: el sueño del sueño del tiempo del sueño.
No: el tiempo del tiempo del sueño del sueño.
No: el sueño del sueño del tiempo del tiempo.
No: el sueño del tiempo sueño.
No: el tiempo del tiempo sueño.
No: el sueño del sueño tiempo.
No: el sueño-sueño del tiempo-tiempo.
No: el sueño-sueño del tiempo-sueño.
No: el sueño-tiempo del tiempo-sueño.
No: el sueño-tiempo del sueño-tuempo.
No: el tiempo-.sueño del sueño-tiempo.
No: el tiempo-sueño del tiempo-tiempo.
No: el tiempo-sueño del sueño-sueño.
No: el sueño-tiempo del sueño-sueño.

Sinspector Nortinu Inspectiempor Martinueñochica

Alternaviento 2


Otra forma de generar viento es ponerse a girar sobre el propio eje.
Si sujeto un cartón de unos treinta centímetros de largo en cada mano, dos tapas de caja de zapatillas, por ejemplo, extiendo los brazos y me pongo a girar como un trompo, genero un viento no despreciable.
Hay que tener aguante, eso sí.
Hay que animarse a caer mareado al suelo, reponerse, levantarse, y volver a girar.
No se hasta qué punto esto me sirve.

Insopeeeeeeeeeeeeeckckckckckckcqqqtooooorrr Maaaeaaarrttiaiainuuauauchchchcchi

Alternaviento


Busco otra fuente de viento.
Yo mismo.
Soplo y hago viento.
Dependiendo de cuánto cargue mis pulmones, el viento puede ser fuerte o brisa.
Un viento tibio, eso sí.
No se si le va a gustar a Octavia.
Por otra parte, ella también tendría que soplar.
Nos vamos a cansar.
No se, no se qué decir.

Insperroctilor Maratoninuchi

La radio de la rara infancia


Estoy en un parate.
No puedo invitar a Octavia, sin ventilador no se me ocurre nada.
Martínez no va arreglarlo, me doy cuenta de eso.
Le comenté a Octavia, de todos modos, sin explicarle los motivos.
Ella me dice, sus motivos debe tener.
Agrega, a vos qué te importa.
Le inventé que me tenía que arreglar una radio Katachi que me sobró de la infancia.
Esas radios Karachi no servían para nada, ¿para qué las querés reparar?
No es verdad, yo con la Karachi escuchaba el programa “Musicandomingo”. de Domingo Gómez.
Tampoco valía gran cosa ese Gómez, y la música que pasaba era muy mala.
Me sentí tocado, ese comentario de Octavia no era amable.
Cuando trataba de despedirme, para que el episodio no pasara a mayores, ella agregó: sí, ya se, a vos te gustaban “Los Manolos gordos”.
¿Cómo lo supo? ¿Y con qué intención me lo recuerda? ¿Me lo refriega por la cara?
Justo, qué coincidencia, “Los Manolos gordos” cantaban una canción que decía, en una parte, “me refriego agua fresca en la cara, para estar despierto, y verte rara”.
A ella, ya veo, le gustaba “Los Manolos gordos”.

MM MM MM WW WW Inso Info Ispector  
Inspector WMartinuchi

Octavia Octavua Octavia


Se me ocurrió preguntarle a Martínez por Octavia.

¿Cuál Octavia?
¿Cómo cuál? ¿Acaso hay dos?
No, hay tres.
¿Tres?
Octavia Martínez, Octavia Lamoglie y Octavia Alcaraz.
Me aclaró que la primera no es pariente suyo, que la segunda es una prima lejana y que de la tercera no tiene noticias desde hace tiempo.
A ella la conozco, le dije, por decirle algo.
Sí, claro.
De ella te hablaba. Pero no se llama Alcaraz, sino La Roca.
Ah, La Roca. No la conozco.
No continué la conversación, hacía tanto calor allí.
Salí a la calle, hacía más calor aún.
.
Oct Inspectovia Inspectoria Martín Ocho Martinuchoi

Martínez no anda


Martínez dice que no me preocupe, que él va a arreglar el ventilador.
¿Cuándo?
Mañana.
¿Mañana?
Sí, hoy tiene mucho trabajo.
¿Y si le pide a otra persona, a otro tipo que se lo arregle?
No, yo me arreglo bien, una vez ya me pasó.
¿Y?
Lo arreglè.
¿Anduvo?
¿No viste que andaba bien?
Pero ahora se descompuso.
No te preocupes, yo lo arreglo.
¿No puede ser para esta noche?
No, ya te dije que tengo mucho trabajo.
Pero, ¿no te morís de calor?
La verdad que sí.
¿Y entonces?
Qué le vamos a hacer.
Qué me querés decir con eso.
Eso.
¿Nada más?
Nada más.
¿Y el aparato?
¿Cuál aparato?


Inspector Martinuchaeouagbrncomyvnpemci

sábado, 6 de agosto de 2011

Martínez es Nuchi


Lo llamé a Martínez, no me atendió.
No se qué pensar, si Martínez no está en su taller, ¿en dónde?
Nunca supe que Martínez estuviese en un lugar que no sea su taller.
Tanto es así que los amigos le decíamos, “Martínez, a ver cuándo nos invitás a comer tallerínez”.
Él no se enojaba, todo lo contrario: una vez invitó a comer tallerínez.
Sirvió unos platos llenos de cables eléctricos con tuercas y salsa de tomate.
A mi no me causó gracia, dejé de verlo por medio año.
Luego volví a visitarlo, seguía en el taller.
Allí también duerme, tiene una cama.
Si quiere bañarse, hay baño con ducha.
En verano, a veces me instalo varias horas allí.
Por el ventilador de techo.
Casi no hablamos, a veces él me sirve café.
Yo lo bebo despacito, mientras miro de reojo.
Un día arregló un aparato que no sé qué era.
Él me dijo que era una computadora, pero no era verdad.
¿Por qué me mentíaa Mnartínez?
A simple viista se veía que se trataba de otra cosa.
Tenía pantalla y teclado, pero a mí no me engañaba.
Aún así, yo no abría la boca.
Luego, ya no lo tuvo más.
Le pregunté qué había pasado con el aparato,  ya lo entregué, me contestó.
No quise averiguar más, peto yo sabía muy bien que él se lo había quedado. Que lo tenía escondido en algún lugar.
O que lo camufló para confundirlo con una computadora cualquiera.
Cada tanto voy y miro de reojo.
Algún día lo voy a descubrir.

Imnspevoyryryctosr Martínez xxNuchi

martes, 2 de agosto de 2011

Aire y desaire


Querido blogo; ¿Blogo, con mayúsculas?
¿Naciste blogo, o te hicieron?
¿Cuál es tu apellido?
¿Quiénes son tus padres?
¿Cuántos hermanos tenès?
Que Octavia no se entere de que te pregunto estas cosas, no es por nada, pero, ya sabemos, estos temas la ponen de mal humor.
No, no sabemos nada, ni del humor ni de Octavia.
Ah, sí, lo que me hizo en la pizzería.
Bueno, dejémosla tranquila, no volverá a suceder.
La próxima vez la invito a un lugar en donde no haya comida.
Bebida, tampoco.
Un lugar con mucho aire para respirar y llenarnos los pulmones.
Largar el aire acumulado en los pulmones y volver a cargarlos.
Inspirar, resoplar, volver a inspirar, largar todo y volver a tragar, bocanada que sale, bocanada que entra.
Un lugar así, para estar tranquilos.
Sentados, si fuese posible.
¿En dónde hay un lugar así, eh, blogo?
¿Eh, Blogo?
En medio del río, puede ser, pero es medio peligroso.
El mar está lejos, la montaña más cercana se encuentra a 300 kilómetros de aquí.
La terraza me da vértigo.
El ventilador de techo.
La voy a invitar a respirar debajo del ventilador de techo del taller de Carlitos Martínez.
Carlitos Martínez no es de hablar mucho, así que no va a molestar.
Está siempre concentrado en las computadoras que arma y desarma.
Además, escucha música por unos auriculares, una música, por otra parte, que desconozco, sólo el la oye.
A veces se queda dormido.
Cuando despierta, suspira con ruido y continúa con lo que estaba haciendo.
Una vez le vi apagar el ventilador.
Le voy a pedir que no, que esta vez ni se le ocurra.

Inversorpector Martinuechi

lunes, 1 de agosto de 2011

Altura infinuta

Soñé de nuevo que yo era Infinuti.
El sueño era, más o menos, como el anterior.
La diferencia era que yo, que era yo e Infinuti a la vez, medía dos metros de altura.
Era un hombre alto, aunque no un gigante.
Octavia  aparecía para advertirme, sos grandote pero no gigante.
Esto me molestaba bastante, sobre todo cuando agregaba, para ser considerado gigante deberías medir por lo menos dos metros y medio.
Me ponía muy nervioso esta situación, porque no la podía remediar. Ya era bastante el haber llegado a una altura tan alta, una altura notable.
Pero había como una presión que pedía más, “Infinuti no puede quedarse a mitad de camino”.
¿Y por qué no? También me molestaba que apareciese Martinuchi, que también era yo, y me comentara que en un negocio cercano, una cuadra, vendían zancos.
Luego pasó Octavia y me pidió que le alcanzase un manojo de llaves.
Adónde está.
En aquella repisa.
La repisa estaba a tres metros y medio de altura.
Le pedí una escalera, se mató de risa en mi cara.
Me señalaba con el dedo y me decía cosas que ya no recuerdo, porque ahí desperté, rojo de la vergüenza.
Fui al baño a lavarme la cara.

Infractor Instructor Interventor Inventor Inspectotr Martinuchi

Todos nosotros somos nosotros

Yo no hago muchos problemas.
Octavia, te tengo que decir que estuviste descortés conmigo.
¿Por qué desviaste la atención de lo que de veras pasaba en la pizzería?
No te fijaste bien, pero, alrededor nuestro, estábamos sentados nosotros mismos, repetidos como cuatro veces.
A la derecha, por ejemplo, estaban Octavia y Martinuchi hablando en voz alta, cada uno con una porción de pizza en la mano. Las porciones se inclinaban, se doblaban, se torcían en una curva que caía en dirección sur, casi tocando las mangas de cada uno. Me parece que las pizzas ya estaban frías, en tanto la charla tomaba calor, pero esto no influía en modo alguno en el estado de la comida.
Detrás tuyo, en tanto, Martinuchi y Octavia se miraban de tal modo que, cada tanto, uno de los dos desviaba la vista, que se posaba a su vez sobre otros nosotros que comíamos en una mesa cerca de la puerta. Ahí sí que comíamos con ganas, acompañando con vino moscato bien frío, según comentábamos ambos en aquella mesa. Yo los escuchaba bien, y también Octavia, pero no dijo nada.
En tanto, los  Martinuchi y Octavia que comían a nuestra izquierda se reían a carcajadas. Cuando el tenedor con el trozo de piizza amagaba con entrar en la boca abierta de Martinuchi, Octavia estallaba en risa. Del mismo modo, cuando una aceituna estaba a punto de ser mordida por los dientes de Octavia, Martinuchi no podía más y se agarraba el estómago y se cubría la boca de tanta risa que le atacaba.
De todos los Octavia y Martinuchi que poblaban la pizzería, nosotros éramos los más nerviosos.
Por qué, si nosotros éramos nosotros.
Y ellos también.

Martiuuchi Martinuchi Inspector Inspector Martinuchi

Por què blogo y no pizza

Pero vos, me dijo Octavia, por qué estás en el blogo.
Me tomó desprevenido, traté de no perder la calma.
Qué tal estuvo la pizza, le devolví.
Rica. Pero, por qué estás en el blogo.
Ah, qué cosa, me quiso marear. Pero yo se que el mejor remedio contra el mareo es girar en sentido opuesto. Reforcé mi contra:
¿Por qué te gustó la pizza? ¿Por la masa? ¿Por el queso? ¿Por el tomate? ¿Por el ajo? ¿Por la albahaca? ¿Por el aceite de oliva? ¿Por las aceitunitas verdes?
Por el orégano. Pero el blogo, por qué te pusiste en ese blogo.
Yo, me defendí, creo que la pizza es una excusa: vos, que tomás café, que te sentás a tomar café en un lugar que no es este, que te sentás lejos de las pizzas, cuando te sirven pizza, te agarras de… este..  yo…
Martinuchi, me cortó, ¿con quién te creés que hablàs?
Me tapé la boca.
Pedì agua.
Me trajeron mineral.

Martyy Nerr Profesor Inspector Martinuchi

domingo, 24 de julio de 2011

La pizza quema

Hoy, blogo querido.
Querido blogo, tanto gusto.
Tanto gusto a pizza, en la pizzería “El pétalo de oliva”.
Tanta pizza, que da para pensar.
¿Cuántas pizzas se amasan en esta pizzería?
¿Y cuánta gente entra aquí a comprarlas?
Mucha, pero no todos los vecinos de este barrio.
Ni todos los habitantes de la ciudad.
Pero… las pizzas son tantas… ¿quién se las come?
Porque, cada día, hay pizzas nuevas, con el aroma nuevito, no del día anterior, que quedó en la memoria y ya se lo comieron.
Ahora, las pizzas de anteayer eran tan frescas como las de hoy. Yo… ay… mejor no sigo con esto.
Estuvo Octavia.
Había entrado antes que yo.
Ya estaba sentada, pero no había pedido nada.
La saludé, y me senté en la misma mesa, que era, y esto no me sorprendió, la mesa en la que me siento yo cada vez que vengo aquí.
Pediste algo, le pregunté.
No, no pedí.
Yo sabía que no había pedido todavía, y ella se dio cuenta, pero no me dijo nada. No abrió la boca.
Por qué no te pedís un café, continué.
Café, no. Me cae mal.
Pero cómo, en el “Marte y medio”, ¿vos no pedís café?
No respondió.
Bueno, entonces pedite un te.
No. Yo vine a comer pizza.
Me vino un sudor en la nuca. Me sequé con una servilleta de papel.
Eso esta mal, Martinuchi, y me señaló con un dedo: ¿y te lo guardás en el bolsillo?
Me quedé callado, por las dudas, hasta que se me ocurrió decirle que aquí la pizza siempre te la sirven fría.
Como a propósito, llamó al mozo y pidió dos porciones.
Yo no pedí nada.
Tenía que observar.
Se la trajeron caliente, tan caliente que se quemó la lengua.
¡Viste!, le largué.
Ellla dejó de masticar por un momento: ¿viste qué?
Me puse colorado.
Pedí yo también.
Me la trajeron fría.

Idpefgt gofhv0s Insprc Ibs. InsEpector mMartinuccchi

Me pide Octavia


Me pide Octavia, y tengo que blogar esto, que mañana nos encontremos en la pizzería “El pétalo de oliva”.
Conozco ese lugar, comí su pizza, volví como siete veces ahí.
Y ninguna de aquellas veces estuvo Octavia.
Una vez, sí, la vi en el café “Marte y medio”. Nombre raro el de ese lugar, nunca me senté a tomar café allí.
A Octavia, en cambio, parece que le gusta.
Entonces, ¿por qué quiere que nos encontremos en “El pétalo de oliva”. que es, podría decir, una pizzería bastante mía?
De todos modos, voy a ir y me voy a quedar callado.
A ver, qué es lo que ella pide.
Si pide pizza, ahí la señalo con el dedo.
Si pide café, le señalo el camino a “Marte y medio”.
Si pide otra cosa, ahí sí que me suena.
No me quedan más lugares por señalar.

Inspectoría Bar(Mar)Martinuchi

viernes, 15 de julio de 2011

Sueño transparente


Y esta noche soñè con Octavia.
Esta vez no me preocupè, Octavia no era yo, ni hacía de mì.
Era Octavia, no habían dudas, aunque, sí, estaba un poco más gorda.
Por ejemplo, hablaba por teléfono celular y luego se lo comía.
Eso, parece, la hacía engordar.
La duda que tenga o, más que duda, una sensación de picazón en la garganta, es por qué Octavia sigue siendo ella en mis sueños, mientras que yo, como me sucedió ayer, a veces soy Infinuti,
O como, por ejemplo, en este sueño con Octavia, yo no me llamo de ninguna manera.
Ni siquiera me veía, ni sentía nada de ropa puesta encima, pero tampoco estaba desnudo.
Simplemente, no estaba, pero era yo.
Octavia me hablaba, me trataba de Martinuchi, y yo intentaba responderle, pero no me salía la voz.
¿Cómo me iría a despertar, ahora, en estas circunstancias tan obscuras?
Obsuras, no: incoloras.
Transparentes.
Mudas.
De nuevo yo mismo me salvé.
Me di cuenta de que yo era quien controlaba el sueño porque, de pronto, sentí ganas de dormir, igual que la noche anterior.
Octavia notó este estado mío y me invitó a dormir.
Me dijo, andate a dormir, te estás muriendo de sueño.
Y yo lo que menos quería era morirme.
De ninguna manera iba a permitir que el sueño me matase.
Le respondí a Octavia, yo no me duermo nada. Antes, lo mato al sueño.
Yo no soy capaza de matar a nadie, pero parece que el sueño se asustó.
En su huída, me dejó caer en la cama.
Del golpe, me desperté
Constaté que estaba yo entero.
Sólo el pie izquierdo seguía durmiendo.

Inspec   to   r   nn MInspector Martuninuchi

Sueño Infinuti

Dormí anoche tan bien que me vi obligado a despertarme para comprobar que yo estaba despierto.
Esto que cuento al blogo, y que a Octavia le pareció estúpido, tiene un gran sentido para mí.
Porque en el sueño, yo era otro, pero ese otro era yo.
Me llamaba Infinuti, y todos me conocían por ese nombre, incluido yo.
Yo era infinuti, pero una inquietud me decía que Martinuchi se iría a enojar de encontrárselo a Infinuti haciendo de él.
Yo pensaba, no puede ser, si yo soy Infinuti, no tengo por qué preocuparme, porque yo no hago de nadie, soy yo y punto.
Pero, como el que dormía era Martinuchi, y Martinuchi era yo, había algo que no funcionaba.
¡Infinuti, Infinuti!, me llamaban, y yo iba.
Pero luego, yo llamaba a Martinuchi, y yo también iba, pero separado de mí.
Salvo que, cuando llegaba hasta donde estaba Infinuti, a quien encontraba era a Martinuchi.
Mientras, yo dormía tan bien que no me daba cuenta.
Creía que estaba tan despierto, que hasta sentía sueño y buscaba una cama en donde recostarme.
Yo, cuando buscaba la cama era Infinuti.
Fue así que doy con un sofá, y allí, durmiendo, el Inpector Martinuchi.
Le digo, Martinuchi, despierte, despierte que tengo sueño.
Tardó en despertar Martinuchi, se ve que estaba muy cansado.
Pero cuando despertó, por fin, quien despertó fui yo, Infinuti.
Y cuando me vi despierto, yo era Martinuchi.
Por las dudas, me fijé en la cama.
Yo no estaba a mi lado.
Yo estaba en mi, bien puesto, para nada salido.
Me dispuse a dormir de nuevo.

Ahí fue que me dijo estúpido.

Infinuti Inspector Martinuti Martinuchi

martes, 12 de julio de 2011

Hambre blogo

Martinuchi, cómo estás.
No, Martinuchi soy yo, el otro es el blogo.
Hola, blogo.
Querido blogo.
Estimado blogo.
Blogo, usted, ¿entiende todo lo que yo digo?
¿En dónde aprendió usted a entenderme a mí?
Yo, de mi parte, le entiendo todo a usted.
Pero eso es natural, porque yo… nusted es un blogo, no una persona.
Yo, en cambio, soy… no soy un blogo.
Bueno, y usted es…  tengo que preguntarle algo.
Tengo una duda: usted, ¿cuándo come?
¿No será que porque usted  tiene hambre a veces no sabe lo que dice?
¿Y me hace hacer decir cosas que yo nunca habría dicho?
Y si tiene hambre, ¿por qué no me pide comida?
Cualquier día yo le traigo un plato de fideos.
Así, usted se tranquiliza.
Y me hace hablar mejor.
Y firmar sin equivocarme.

Marty

¿No ve?
Va de nuevo:

Mairt

Sed.
Seguramente usted tiene sed, además de hambre.
¿Qué le gusta más, agua o coca?
No responde.
Debe ser por la debilidad.
Voy a llamar a un médico.

Inspectour Martuninuchi

viernes, 8 de julio de 2011

Música, mi opinión


Querido blogo.
Cómo has comido hoy.
¿Te pusieron agua en el bebedero?
Bueno.
Ahora escucho música.
Un violín, me parece, se ahoga, y otro lo quiere salvar.
Un tambor da golpes para darle ánimo, pero otro, más grave, le pega duro  para que no salga a flote.
No entiendo esta música de luchas de supervivencia.
No comprendo por qué esta música, que es bastante antigua, aún continúa una pelea que a alguien se le ocurrió organizar allá, en el pasado.
En la música actual pasa lo mismo.
Los instrumentos se matan unos a los otros, y los cantantes se degüellan entre sí, o amenazan con cortarse las venas si una guitarra no les hace caso.
Yo creo que la música debiera hacere en silencio.
Que los instrumentos se coloquen unos al lado de los otros y se pongan a pensar.
La música pensada es la única que soporto.
Yo ya llevo pensadas unas 5035, no se mi las acuerdo a todas.
Pero ese no es el problema, lo que importa es que las pensé.
Octavia me dice que estoy loco, qué como le voy a explicar a los músicos de que se tienen que callar.
¿De qué van a vivir?, me pregunta, como si yo tuviese la respuesta.

UUInspector MartyinUyuchuuui

martes, 5 de julio de 2011

La poesía en la puerta

Necesito consultar a un poeta.
Tengo que preguntarle algo, pero no se bien qué.
No se qué cosas se le preguntan a los poetas.
¿Cómo reconozco a un poeta?
¿Cuánto puede llegar a medir?
¿Es varón o mujer un poeta?
Querría saber qué comen los poetas.
Si no puede ser un  poeta, que sea un carpintero.
Para que me arregle la puerta del dormitorio.
Cuando yo era chico, ¿decía puerta o pueta?
A lo mejor decía “pueta”.
Y a la “pueta” yo le preguntaba cosas.
A veces jugaba que yo era la pueta.
Entonces, venía alguien y golpeaba: toc, toc, toc.
Y yo respondía “la pueta etá cerada”.
Volvían, entonces, a golpear.
Y yo no abría la “pueta”.
Ahí terminaba el juego, entonces me iba a donde estaba la puerta.
Y le escribía cosas, que nadie entendía: eran mamarrachos.
Una vez, yo ya era grande, y me preguntaron, ¿quiénes escriben las poesías?
Yo respondí, “las puertas”.

Inpor Inspectro Inrp Inse Inspector Martignuchivv

martes, 28 de junio de 2011

Inspectruz
Inspectracio
Inspectronco
Inspectripa
Inspectrampa
Inspectrompo
Inspectrenes
Inspectriciclos
Inspectrópico
 
Martinuchi

Pector

Insector
Invector
Inventor
Inyector
Impletor
Infector

Martinuchi

Queso


Espacioso blogo, hoy me sucedió esto.
Hace dos horas, nada más.
Fui a la quesería que queda a cuadra y media de mi casa. Tenía hambre de queso.
Entré.
¿Cuánto cuesta el kilo de queso?
Depende, me dijo el dueño de la quesería, ¿qué queso quiere llevar?
El que pese un kilo.
De cualquiera puedo venderle un kilo.
No es verdad, le dije con lucidez, el kilo de queso se refiere a queso. Sólo quiero comprar un kilo de queso, ¿cuánto cuesta?
Lo pensó, luego vino la respuesta: bueno, le cobro cincuenta.
Muy bien, deme un kilo.
De cuál, me preguntó.
De queso.
Cuál queso.
Queso-queso.
Tomó el cuchillo y cortó un trozo de una barra amarilla. No me gustó.
¿Qué está haciendo?
Cortando queso.
¿Eso es queso?
Esto es queso.
Mi queso es redondo.
Se puso a explicar, hay quesos redondos, rectangulares, cuadrados, en forma de bola, con forma de pera.
No, le interrumpí, hay un solo queso: el queso.
Bueno, ¿lo lleva o no?
¿Qué cosa?
El queso.
¿Qué queso?
El queso que le estoy cortando.
No le respondí, me fui de ahí, de ese lugar peligroso.
Ya no hay queso.
Con las ganas que tengo de comer un pedazo.
Dejo el blogo, a ver si mi vecina me presta uno.

Insector Inspector Martic3Nnuchi

domingo, 26 de junio de 2011

Bicicleta resuelta

Vollviendo a la bicicleta:
Yo le temo al equilibrio.
El equilibrio es una situación peligrosa: es lo más cercano al desequilibrio.
Si pierdo el equilibrio, me caigo y me lastimo.
La única forma de salvarme es andar en bicicleta de a pie.
Qué cosa, no lo había pensado antes: puedo andar en bicicleta sin necesidad de montarme a ella.
Voy a comprarme bicicleta, entonces.
O voy a pedir una prestada.
Voy a andar por la vida con una bicicleta rodando conmigo.
La llevaré con mis manos, para que no se caiga y estropee.
La llevaré caminando, para que sus pedales anden libres, sin sufrir el peso de mis pies, que cargan mis piernas, que a veces están duras como troncos.

Inspectador Inspector Martinuciclochi

Firma

Con aquello de la bici, me olvidé de firmar, aquí va:
inspertor


Me equivoqué, firmo de nuevo:
Inspector Marttinuch0 

Otra vez:
Martinuchinspector


Esa no era no estuvo mal, pero salió mal:
Inspector Martinuch

Así está bien.
No, le falta la "i" final:
Inspector Martinuchifinal


Ingeniero de los planetas:, plomero de todas las nubes, ayuda yo pido para firmar mi nombre sin equivocarme:
Inspector Martinuchi


Gracias.
Inspecttor nMartinuchi

Bicicleta sin ciclo

Voy a andar en bicicleta, sin bicicleta.
Yo se que es un poco difícil, pero no entiendo por què debiera ser imposible.
¿Por qué para ser ciclista hay que poseer bicicleta?
¿Y si fuese de aquellos quele tienen miedo a caerse? ¿Eso me impide ser ciclista?
Yo voy a lograr un pedaleo largo y veloz, sin necesidad de vehículo.
No decidí todavía cómo.
Ya voy a pensarlo.

lunes, 20 de junio de 2011

Ratones esponja


“Es una esponja”
“Todo lo que le hablás le queda grabado”.
Las esponjas, entonces, son una especie de ratón.
Viven el baño y se chupan el agua y el jabón.
Viven en la cocina, ahí se chupan el detergente y nos impiden lavar los platos.
Octavia me agrega, ¡viven en los mares!
Los van a secar, esos ratones de agua, y los peces van a tener que ponerse a caminar.
Pongamos que un barco que anduviese navegando por un mar justo en el momento en que este se seca.
Quedaría encallado en el fondo, a la espera de remolque.
Algún despistado que, en cubierta, estuviera leyendo un libro, de aquellos que se leen cuando se viaja, y de pronto ve que su libro es chupado.
Se pondría a gritar. ¡ratones, ratones, hay ratones en el barco.
Pero no eran ratones comunes, sino esponjas.

Maratón Inspector Maaarrtinuchi

Ratón de biblioteca

Estoy en una biblioteca haciendo blogo.
Trato de hacer blogo, pero lo que me preocupa es otra cosa.
El ratón de biblioteca.
Su trabajo es comer libros, de ellos se alimenta.
Supongamos que a una biblioteca entren dos ratones, ¿cuántos libros serían capaces de comerse, entre las once del mediodía y las siete de la tarde?
Octavia me dice que más de uno cada uno.
Pero, ¿se en lugar de dos, son cuatro, u ocho, los ratones?
Una biblioteca mediana, digamos, la de la avenida Ferrero, que tiene dos pisos, tiene capacidad para cincuenta lectores, o más.
¿Y si tal biblioteca, a sala llena, estuviese copada por ratones?
Se comerían unos trescientos libros por jornada.
En un mes, ya no quedarían libros.
Se acabaría la biblioteca.
Y los ratones irían en busca de otra biblioteca.
¿Cuánto tiempo pasaría hasta amanecer, un día, un mundo pelado de libros?
Octavia me advierte que las bibliotecas virtuales…. ¡pero, Octavia! ¡A las computadoras también se le enchufan ratones!
¡Se van a comer los libros del mundo, se van a tragar las bibliotecas con estantes y todo!
Oh, mamá, papá Arsenio, papá Gómez: hay que reeducar a los ratones.
Que vuelvan al queso, que dejen los libros en paz.

Is Inspector Marterinuchi


lunes, 13 de junio de 2011

Graba blogo 2

No funcionó.
Debe ser por el cable.
Es el cable que encontré detrás del ropero del dormitorio de mi mamá.
Mi mamá debe tener unos, creo, ochenta y pico de años.
El cable, calculo, estaba oculto allí desde hace unos quince o veinte.
Para la edad de mi mamá, es un cable joven.
Para mí, me da lo mismo.
Pero el blogo, aunque usado, es un niño al lado de ellos.
Y no reconoce al cable.
Por eso no canta, aunque el canto que le puse fue grabado en voz alta.
Todavía me duele la garganta del esfuerzo.
No se que hacer.
Si es que hay algo que hacer.
No voy a cantar más en el blogo.

 Ins Mastinuch Mart Inspector Martinuchi

domingo, 12 de junio de 2011

Graba blogo

¿Qué pasa si enchufo mi grabador al blogo?

Por ejemplo, grabo una canción frente al micrófono del grabador.

Luego, conecto el grabador a la computadora que me regaló Gómez.

Pongo el blogo para escribir en él.

Oprimo el botón “play” y la canción que canté y grabé empieza a sonar.

¿Dará resultado?

¿Se quedará la canción pegada al blogo?

¿Habré inventado una forma de hacerlo cantar?


Inspector Martes Martín Martinuchi

viernes, 10 de junio de 2011

Canto o blogo

Voy a cantar una canción en el  blogo.
Ahí va.
No se escucha.
Quiero decir, no se escucha en el blogo.
A lo mejor no canté fuerte.
Aquí va de nuevo.
Padam, padadam, bam, bam, ram.
Me salió mal, así no es la melodía.
“Padam, padadam, bam, bam, ram”; no suena a nada.
Me se de memoria esa canción, “Padam, padadam, bam, bam, ram”.
Pero en el blogo desaparece, no queda nada más que “Padam, padadam, bam, bam, ram”.
Que no es lo que yo canto.
Tampoco es una canción.
Ninguna canción que yo sepa.
Es que yo canto, pero el blogo no.
Algo le pasa al blogo.
Algo en su mecanismo no funciona bien.
Este blogo es moderno, me dijeron que es nuevito.
A lo mejor me mintieron, y el blogo ya estaba usado.
El antiguo dueño lo usó mal, le cantó muy fuerte, pegado a la pantalla.
Y le rompió un transistor.
Ya no le servía, y me lo dio a mí.
Lo hizo pasar como nuevo.
Y parece nuevo.
Hasta que uno se pone a cantar.

Inspenctor Inspector Martinuchi

jueves, 9 de junio de 2011

Blogo obligado



Hoy me pasó algo.
Como tengo blogo, lo pongo en el blogo.
Pongo en el blogo lo que me pasó.
Me pasó algo parecido a lo que me ocurrió ayer.
Pero ayer no lo puse en el blogo.
Y aunque lo que puse hoy en el blogo, que me sucedió hoy, es parecido a lo sucedido ayer, no es lo mismo.
Pero, como no lo puse en el blogo, el blogo no me va a creer que de veras pasó.
Y tampoco puse lo de anteayer, un suceso casi igual al de ayer y al de hoy.
Pero, para el blogo sólo existió lo de hoy.
Porque para el blogo sólo existe lo que se escribe en el blogo.
El blogo es como un globo.
Nadie se dio cuenta de eso hasta ahora.

Inspector Marchi Martinuchi

martes, 31 de mayo de 2011

La música de la radio “FM música música”



La música de la radio “FM música música” me hace dormir.
Cuando me duermo, la música de la rado “FM música música” me hace despertar.
La música de la radio “FM música música” no me deja dormir.
Escucho, entonces, la música de la radio “FM música música”, para poderme dormir.
Porque , la música de la radio “FM música música” me hace dormir.
Y cuando me duermo, no me deja dormir.
La música de la radio “FM música música” me hace despertar.
Decido, como solución, sintonizar la radio “FM música tonta”.
No me hace dormir, esta radio no me hace dormir,
Vuelvo, obligado, a la música de la radio “FM música música”.
Y ahí sí me duermo.
Y enseguida me despierto.
Y de inmediato me duermo.
Y despierto de nuevo.
Así, toda la noche.
Gracias a  la música de la radio “FM música música”.
Por culpa dela música de la radio “FM música música”

 Inspector Martinuchi

lunes, 16 de mayo de 2011

Martinuchi corrige

Muerto de risa.
Mejor, “rengo de la risa”.

Muerto de la alegría.
Cambiar por “insolado de alegría”.

Muerto de tristeza.
Prefiero “fideos de la tristeza”.

Muerto de pena.
Sustituir por “sopa de pena”.

Muerto de miedo.
Cambio por “saltimbanqui del miedo".

Muerto del cansancio.
Se reemplaza por “palangana de cansancio”


Martinuchi
Inspector Martinuchi

lunes, 2 de mayo de 2011

De cómo mis pies

Los dedos de mis manos.
Más los dedos de mis pies
Mas el espacio entre cada dedo de la mano.
Más el espacio entre cada dedo de mi pie.
Más las uñas de mis manos.
Más las uñas de mis pies.
Más las líneas de las palmas de mis manos.
Más...
Mis pies me engañan.
Ya van a ver.

 Inspector Martinuchi

Mi médico

El doctor Eildelstein.

El doctor Eldenstein.

El doctor Eideyeilstein.

El doctor Eliedielstein.

El doctor Emdeldelstein.

El doctor Eideideiyedelstein.

El doctor Elstein.

El doctor Deiellstein.

El doctor Deiedelstein.

Inspector Martinuchi

Entrada

Nueva entrada para mi casa.
A la izquierda de la antigua.
Que aún sigue habilitada.
Por allí es que entro cada día.
Para entrar por la nueva y salir por la vieja.
Que no es tan vieja.
Es bastante nueva.
Yo mismo la mandé construir.
De acuerdo a mis medidas.
Las mismas que se usaron para levantar la nueva.
Debo pensar en el sentido de este duplicado: mi altura por dos.
Yo, y encima yo, soy enorme.
Pero yo, dividido yo, soy un fideo.


Inspector Martinuchi